domingo, 5 de junio de 2011

Los verdaderos amigos

¿Cómo reconocer a los verdaderos amigos?


Proverbios 17:17 dice: "En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia." Esto nos señala una característica fundamental de un verdadero amigo: la fidelidad. "En todo tiempo ama el amigo".
La amistad –como todas las cosas verdaderas– no se halla en el mundo. O difícilmente. La amistad en el mundo suele sustentarse sobre intereses particulares, sobre conveniencias. La verdadera amistad, en cambio, es una confraternidad. Es decir, es la relación "de hermanos" que se produce entre personas sin parentesco de sangre.
Este es el "amor fraternal" que Pedro pone casi al final de la escalera de las virtudes cristianas (2 Ped.1:5-7). Es el amor de hermanos que da su característica a la iglesia de Filadelfia.
Ahora bien, una de las características de este amor es su fidelidad. Este amigo no te abandona en el día malo, o cuando tú ya no eres próspero. No te desconoce cuando has perdido tu buena posición económica. Al contrario, este amigo fiel te levanta cuando has caído, y te socorre en la aflicción. "Es como un hermano en tiempo de angustia." Precisamente es en el dolor es cuando la amistad es probada. Si es verdadera, el tal amigo será más noble, más desinteresado, y más generoso precisamente en ese momento.
Otros rasgo que caracteriza al verdadero amigo está dado en Proverbios 27:6: "Más se puede confiar en el amigo que hiere que en el enemigo que besa" (Versión Popular). El verdadero amigo "hiere". ¿Qué significa eso? Que el verdadero amigo nos dirá la verdad aunque nos duela. Nos sacará de nuestro engaño, nos derribará de nuestras presunciones, pondrá una nota de cordura en nuestros momentos de necedad. El verdadero amigo se expone, incluso, a ser incomprendido, pero por causa de que su amor es altruista y desinteresado, dirá la verdad, aunque duela.
Los falsos amigos nos adulan, nos palmotean la espalda, sólo con el fin de obtener algún provecho. Es preciso estar apercibidos contra tales artimañas, para no caer en el engaño.
El Señor Jesús es el mejor amigo del hombre. El dijo a los discípulos: "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer" (1 Juan 15:15). El murió por todos los hombres, para salvarlos de la condenación eterna. Esa es la prueba de amor genuino. Pero, aun más allá, a sus íntimos, a los que le han recibido y le aman, Él los honra tremendamente al declararlos sus amigos. Estos deberían sólo conocerle como Señor, porque no olvidan su pequeñez, sin embargo, ellos saben en lo íntimo de su corazón que, si hacen su voluntad, pueden considerarle su amigo. ¿No es maravilloso?
Juan 13:1 dice: "Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin." Esta última frase puede traducirse también "hasta el extremo", o "hasta lo sumo").
El verdadero amigo ama hasta el fin, hasta lo sumo. ¿Qué significaba eso para el Señor Jesús? Amar a sus amigos hasta dar la vida por ellos. "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos" (Juan 15:13). Este es el verdadero amor fraternal. Teniendo este ejemplo sublime, podemos ver si calza con él cualquier otra forma de supuesto amor o amistad. Habiéndolo probado en nuestra propia vida, podremos distinguir claramente cuál es el la amistad verdadera, y cuál no lo es.

Poema "Verdades amargas"

 
Verdades Amargas
 
 
 
Yo no quiero ver lo que he mirado
a través del cristal de la experiencia;
el mundo es un mercado donde compran
honores, voluntades y conciencias.
 
Amigos: es mentira, no hay amigos:
la amistad verdadera es ilusión;
ella cambia, se aleja y desaparece
con los giros que da la situación.
 
Amigos complacientes sólo tienen
los que disfrutan de ventura y calma;
pero aquellos que abate el infortunio
sólo tienen tristezas en el alma.
 
Si estamos bien, nos tratan con amor,
nos buscan, nos invitan, nos adulan;
mas si acaso caemos, francamente,
sólo por cumplimiento nos saludan.
 
el que nada atesora, nada vale
y en toda reunión pasa por necio,
y por más nobles que sus hechos sean,
lo que alcanza es la burla y el desprecio.
 
En este laberinto de la vida
donde tanto domina la maldad
todo tiene su precio estipulado:
el amor, el parentesco y la amistad.
 
Lo que brilla no más tiene lugar,
aunque brille por oro lo que es cobre;
lo que no perdonamos en la vida
es el atroz delito de ser pobre.
 
Nada en el mundo es perfecto, puro y sano;
todo se halla a lo impuro entremezclado;
el mismo corazón, con ser tan noble,
cuantas veces se encuentra enmascarado.
 
Existe la virtud, yo no lo niego,
pero siempre en conjunto defectuoso;
hay rasgos de virtud en el malvado,
hay rasgos de maldad en el virtuoso.
 
La estupidez, el vicio y hasta el crimen
podrían tener su puesto señalado;
las llagas del defecto no se ven
si las cubre un diamante bien cortado.
 
Y a nadie habrá de herir lo que aquí digo,
porque ceñido a la verdad estoy;
me dieron a libar hiel y veneno;
veneno y hiel en recompensa doy.
 
Y si peco en las palabras toscas
de estas líneas oscuras y sin nombre,
doblando mis rodillas en el polvo,
¡pido perdón a Dios y no a los hombres!